Quienes Somos – Nuestra Madre Fundadora

Sor Josefina Urquiza
Sor Josefina Urquiza

MADRE MARÍA DEL CARMEN JOSEFINA URQUIZA FERNÁNDEZ DE JÁUREGUI

(27 de julio de 1918 – 1 de septiembre del 2005)

 

Nació en la ciudad de Querétaro el 27 de julio de 1918; fue la cuarta hija de catorce hermanos nacidos del matrimonio formado por el Señor Antonio Urquiza Couturier y la Señora María Dolores Fernández de Jáuregui de Urquiza.  Recibió su Bautismo el 30 de julio de 1918, su Confirmación el 16 de enero de 1919 y su Primera Comunión el 24 de diciembre de 1923.

Estudio sus primeros años con las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe y a partir de los quince años de edad perteneció a la Juventud Católica Femenina Mexicana, llegando a dirigir una pequeña escuela primaria en Querétaro donde estudiaban unas treinta niñas.

Desde muy pequeña su gusto por la poesía la llevó a escribir algunos poemas, tales como: Noche de Reyes (7 de enero de 1931), Después del Crepúsculo (5 de febrero de 1933), Tu Misión es Amar (15 de febrero de 1934), Serenata (2 de marzo de 1935), Ejercicios de la J.C.F.M. en Carretas (12 de marzo de 1935), entre otros.

El 22 de julio de 1936, con el deseo en el corazón de ser misionera, ingresó a la Congregación de las Hijas de María Auxiliadora y el 19 Julio de 1937 partió para Cuba acompañada de dos religiosas y otra aspirante. El 31 de enero de 1938 tomó la mantellina iniciando así su postulantado en un pueblito de Cuba llamado Santiago de las Vegas y el 5 de agosto de ese mismo año tomó el hábito de Novicia en la Casa Provincial de la Habana, momento en el cual comienza a ser llamada por su primer nombre: Sor Carmen.

Su primera profesión de votos la realizó el 6 de agosto de 1940 en la Habana, renovando sus votos en esa misma ciudad el 5 de agosto de 1941, el 5 de Agosto de 1942 y el 5 de agosto de 1943. Regresó a México en julio de 1946 y profesó sus votos perpetuos el 5 de agosto de ese mismo año en la ciudad de Monterrey, Nuevo León.

En 1950, con el permiso de la Madre General, pasó unos meses de retiro en el convento de las Hermanas Franciscanas de San José, en Tacubaya, momento en el cual sintió una fuerte atracción por la espiritualidad Franciscana, deseando quedarse ahí. Regresó a la casa de las Hijas de María Auxiliadora en Santa Julia, en donde fungió como ecónoma de 1950 a 1955.

El 15 de agosto de 1955, con el permiso del Consejo General de la congregación, se dedicó a la fundación de las Hermanas de Betania y en noviembre de 1955 llegó la licencia de Roma para que pudiera dejar la Congregación de las Hijas de María Auxiliadora y dedicarse de lleno a la nueva fundación. El 24 de enero de 1960, Sor Catalina Guyard Aldrete (Salesiana) testifica que Sor María del Carmen Josefina, al dejar el Instituto de  las Hijas de María Auxiliadora, no fue por seguir fines humanos sino por ajustarse a otra forma de vida a la cual sentía la inspiración de Dios.

Estudió la Normal Superior en Pedagogía de 1964 a 1965 en la Escuela Normal Superior F.E.P., en México, D,F. y de 1955 a 1982 fue Superiora de las Hermanas de Betania y Directora General del Colegio Don Bosco de Tlalnepantla, A.C. De 1982 a 1996 se retiró a la casa de oración, en Tequisquiapan, Querétaro y de 1996 al 2005 vivió en la casa general de las Hermanas de Betania, en Tlalnepantla, Estado de México.

A los 86 años de edad Dios la llamó a su presencia, regresando a la casa del Padre el primero de septiembre de 2005, dejando tras de sí todo un legado que continúa con su bendición desde el cielo.

Sor Josefina Urquiza Cuando regresó de Cuba
Sor Josefina Urquiza
Cuando regresó de Cuba

 

POESÍA “NOCHE DE REYES”

Haciendo alusión a la venida de los Reyes Magos, que nunca dejaron de llegar a la casa de los Urquiza, Sor Josefina escribió unos versos viviendo en la casa de “Carretas” y cuando la situación económica de sus papás era muy precaria. A este conjunto de versos lo llamó “Noche de Reyes”

“NOCHE DE REYES”

María del Carmen Josefina Urquiza Fernández de Jáuregui
(Sor Josefina)

 7 de enero de 1931

Historia-de-la-congregacion7

Ya los Reyes llegaban
del lejano oriente;
en la noche riente
los  niños velaban.

Todos ellos, los chiquitos,
en mil grupos se reunían,
poniendo sus zapatitos
encantados se reían.

Con sus caritas risueñas
el asunto comentaban,
las niñas aseguraban
ser de una muñeca, dueñas.

Los hombres  querían tambores,
trompos, yoyos de colores…
¡ todo menos  tizones!

¡Llegó la hora de dormir!
¡ A la cama, juguetones,
ya no habrá ir y venir!

Del silencio llegó la hora,
esta noche nadie llora.
Y callados, en su lecho,
lleno de emoción el pecho.

Con entusiasmo de niños,
en los juguetes soñaban…
las pisadas ya escuchaban
de camellos y pollinos.

pero es el silbar del viento,
y sus  ojos van cerrando
con ilusiones un ciento.

¡Entre sueños se sonríen,
quizás a los magos ven…!
Mucho antes que en el oriente
el alba empiece a rayar,

ya se miran asomar,
entre las altas vidrieras
unas cabecitas güeras
que tratan de adivinar

si en sus pequeñas botitas
hay muñecas, pelotitas,
o algo con que jugar!

Y encuentran: aros, gemelos,
bombones y caramelos
y, además, todo un bazar.

Los niños pobres, también
pusieron sus zapatitos,
rotos, pero limpiecitos
¡por si se portaron bien!

Pero ellos ¡No, nada ven!
¡Sus zapatitos vacíos,
están nevados y fríos!

Con sus ojitos llorosos
hasta la cocina entran,
pero tampoco ahí encuentran
a los buñuelos sabrosos.

Su madre, en el delantal
secando sus ojos dice:
“Hoy no vinieron los Reyes,
pero mañana vendrán.”

¡ Más ay! la pobre no sabe
si mañana tendrán pan!
en su pecho el dolor no cabe,
la infeliz rompe a llorar,
al ver la horrible miseria
en que se encuentra su hogar.
¡Pobres de los niños pobres,
los Reyes nunca vendrán!.